Una tarde de junio fue el momento en el que familiares y amigos más cercanos a la pareja se reunieron en la finca mallorquina donde Anna y Philip se dieron el "Sí, Quiero".
Las vistas espectaculares a la montaña desde la zona de la ceremonia y de la cena fueron el entorno perfecto para esta boda. Un amigo íntimo de la pareja fue el oficiante de una ceremonia muy emotiva y llena de risas nerviosas.
El entusiasmo de la pareja se respiró en la atmósfera, una cena exquisita al aire libre con raíces de la tierra armonizadas con un cielo estrellado hizo que el día fuera realmente inolvidable. Muchas felicidades Anna y Philip, ¡Para toda una vida juntos!